Es la primera vez que me he sentido tan alejado del hogar. Ese sitio donde las personas se muestran tal cual son, sin tener que desempeñar ningún papel. Ahora mismo mi hogar está en Cádiz, en Galicia, en Madrid, en cualquier lugar menos en esta apagada casa en medio de estas islas perdidas de la mano de Chester. No puedo dejar de pensar en la frustración y la tristeza de tener que estar encerrado en esta no-cárcel de mierda.
Llevo muchísimo tiempo sin crear ideas surrealistas, y más sin escribirlas o expresarlas. Aunque las últimas noches mi subconsciente se ha dado el lujo un par de veces. Pero el consciente no. Ese está apagado desde hace tiempo. Hoy sólo quiero sacar basura de mis adentros. Poder mirar más allá de esta sucia ventana y sentir que soy capaz de hacer fluir la energía. No busco nada más. Quiero recuperar el ritmo. Sólo quiero volver a ser yo.
Quiero ir poco a poco, rasgueando suavemente con mi púa el sexo de la imaginación. Buscando la maravilla en las cosas cercanas simples y extraordinarias. Abriendo los ojos de los ciegos sin miedo a que revienten sus tímpanos de la fuerza y la profundidad del asunto. Quiero estar loco por el simple hecho de que tú puedas verme así. Ir subiendo al cielo progresivamente haciendo que el metal de mis entrañas vaya viendo la luz hasta convertirse en un arma de destrucción masiva. Que la masas puedan apreciar la serenidad y el amor de todas estas cosas.
Veo mucha fuerza dentro de mí, que burbujea como el champán por salir a la superficie. El problema es la rapidez y la fluidez con la que se mueve esta imparable bola de juguete. Pero no me preocupa, porque estoy seguro de que daremos el golpe y lo haremos fuerte. Lo importante para reventar a la banca es hacerles creer que somos ladrones cuando en realidad somos polis.
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