No quiero tener los ojos abiertos. Entra demasiada luz apagada. Prefiero colorear la oscuridad con graffitis que hagan saber a todos la espesa niebla que está pasando por encima de nuestras cabezas. No tiene sentido estar luchando continuamente con la ignorancia del ciego. Pero tampoco tiene sentido buscar la inteligencia en el que cierra los ojos. No soy capaz de conformarme con la luz que refleja el Sol, quiero más sin hacer nada para brillar. Me gustaría despertar y no quitarme la ropa: reloj, mochila, abrigo, camisa, calcetines, y hasta quedar desnudo ante la impotencia de querer y no hacer. Me falta flow. Me falta motivación. Me falta determinación. Me falta compromiso. Y me falta agradecimiento.
Quizás todo esto simplemente sea el reflejo de un agujero negro que absorbe todo en la otra punta del Universo. Quizás sólo sea una broma de mal gusto pasajera. Quizás el hecho de abrir mi cabeza y no encontrar nada sólo sea cuestión de azar. Quizás alguien lo haya robado. Quizás se haya ido por el retrete.
Lo que me preocupa es abrir los ojos un día y darme cuenta que todo lo que estaba graffiteando es completamente distinto de la realidad que envuelve mi criticado cuerpo. Necesito escuchar notas rítmicas simples y embaucadoras que me arrastren fuera de esta no-cárcel sucia y desprovista de alma. Ojalá eso no hiciese falta, pero no me puedo autoengañar a estas alturas.
Todo el mundo se empeña en montar fiestas en la luz de la luna, y yo me empeño en pensar que el lado oscuro tiene que ser una pasada de colorido.
1 comentario:
Hola otro Adrián, soy el otro Tommy, encantado.
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