Hoy me
gustaría contaros otra historía
familiar, aunque esta es de un familiar indirecto, si se me permite la
expresión.
Se trata del marido
de la hija de mi madrina …… uf que lio ¿verdad? jajajajaja.
Mi madrina era Dª Gloria, una venerable anciana ya cuando
yo era pequeño y esta sí que era Victoriana de verdad.
Ayudó muchísimo a los Azara cuando se quedaron huérfanos, mi
madre sentía una especial veneración por ella.
Yo la recuerdo a pesar de ser pequeño y me impresionaba. Iba siempre vestida de negro, pero muy elegante, perfectamente
peinada, de una educación exquisita y
unos modales muy refinados.
Con el paso de los años compartí muchas horas de visita a la familia junto a
las hijas de Dª Gloria (fijaros que digo Doña, porque nadie la trataba de
ninguna otra forma). Sus hijas, llamadas Conchita y Julia, más o menos de la edad de mi
madre, estaban casadas pero ninguna tenía hijos.
Hoy os hablaré de
Antonio P. el marido de Julia.
Antonio P. era un
hombre que me fascinó desde que tuve uso de razón.
Catedrático de Universidad, filósofo, investigador literario, gran conversador, un hombre increíble de verdad, con un carisma
y una personalidad impactante.
En varios
juntaletras os he dicho la suerte que he
tenido de cruzarme con gente muy espectacular, la cantidad de cosas que he
podido aprender. Este hombre era uno de ellos, os lo aseguro.
Todo ese coctel me ha ayudado muchísimo a ser como soy y
realmente me siento MUY ORGULLOSO Y PRIVILEGIADO de todas esas experiencias
vividas.
Un día me
contó su historia, me dio su “mitin” y ahora lo quiero compartir con vosotros.
Se puede aplicar a muchos campos de la vida
porque es un ejemplo para casi todo.
Juzgar vosotros
mismos.
En plena guerra civil siendo Antonio P. un
niño, vivía junto a sus padres en Guadalajara.
El padre no se identificó mucho en política, ni estaba afiliado
a ningún partido aunque tenía cierta
simpatía por el lado republicano.
Cuando las mal
llamadas tropas nacionales, las de Franco, toman Guadalajara se produjeron algo
que lamentablemente en todas las guerras ocurre, gane quien gane.
Las REPRESALIAS, pero
no represalias políticas, que también, sino represalias por venganzas
personales, por lindes, por celos, por dinero, en fin por mil causas que en río
revuelto se aprovechan.
Quiero
repetir y dejar bien claro que esto no es patente de un bando determinado, es
denominador general de la sinrazón y la barbarie, no de otra cosa.
El bando ganador siempre “tiende a depurar enemigos” desgraciadamente.
Por culpa de una acusación vengativa, denuncian gravemente al padre
de Antonio P. que es rápidamente
encarcelado.
A partir
de este momento comienza un auténtico
calvario para esa familia y en especial para la madre.
Mantiene continuas visitas a la cárcel con la lógica intención
de ver a su marido, pero sin resultado alguno.
Por fin, por
una vez se lo permiten, no antes de soportar un montón de vejaciones tanto físicas como morales, por aquello de
humillar a la mujer de un “rojo”.
Un día, de los muchos que llegó a ir y entre muchas risas y burlas se encontró con
la sorpresa de que ya no estaba allí,
pues se había escapado esa noche
precisamente, esa fue la explicación que dieron. A los pocos días,
unas personas se lo encontraron muerto
en una arboleda.
En compañía de otros encarcelados, había sido realmente una víctima
de los llamados “paseos”.
Federico
García Lorca fue en Granada, otro “paseado” y el mismísimo José Antonio Primo de
Rivera fue también una víctima fusilado, pero del otro bando, aunque sin el
temible “paseo”, pues lo ejecutaron en el patio de la cárcel de Alicante.
Hago estas
menciones para dejar claro, una vez más, que no estoy dignificando ningún bando en estas barbaries. Tantas salvajadas hacían unos como otros.
Volviendo a
la familia de Antonio P.
Después de este
dramático momento, la viuda decidió abandonar por miedo a más represalias, Guadalajara y como no tenían absolutamente
nada, salieron caminando con lo puesto en dirección a Madrid.
Hay unos 60 Km. y me contaba Antonio P. el recorrido por esa carretera, junto a otras
personas en condiciones similares, con
tanta rabia e impotencia, con tantas lágrimas y desesperación, con tanta
miseria y tanta hambre, que sería algo que por mil años que viviera jamás
olvidaría.
Ese éxodo en la televisión lo hemos visto muchas veces, de una manera fría en numerosas guerras.
Los refugiados vagan moviéndose en una dirección sin saber exactamente donde se
dirigen, con la mirada perdida y las caras expresando pánico o terror, las
mujeres y los niños ya sin lágrimas que
secar y lo que es más duro todavía si cabe……pensando ¿cuál será la sorpresa que el destino me
tiene preparado?.
Realmente si lo pensamos como algo propio, sin nada,
abandonados a nuestra suerte y con un futuro vacío y hueco, es para
tener pesadillas un par de meses por lo menos, incluso l@s más insensibles.
Pues la
madre de Antonio P. a pesar del dolor y
supongo que ese odio contenido que debía llevar, no quiso transmitírselo a sus
hijos jamás.
Prefirió
educarles de forma que los VALORES predominaran sobre los instintos animales.
A pesar de ese éxodo lamentable y triste, debió respirar profundamente para sus adentros y decidió que
era mejor mantener viva la memoria del padre.
Lo
logró y consiguió además arrancar
la palabra venganza del corazón
de sus hijos.
Les educó en
el amor y en el perdón.
Entendió y desde luego que debió ser muy duro aceptarlo, que todo aquello fue fruto de la ignorancia y
la bajeza del ser humano. El famoso reparto de miseria, que aún hoy, predomina
en nuestros tiempos.
Pasaron los años y un buen día Antonio P. recibió el equilibrio de la vida, conoció a
JULIA.
Cuando me hablaba de ella se le llenaban los ojos de luz, suspiraba
profundamente, les conocí durante un tiempo cuando yo era un adolescente y os
puedo asegurar que la definición de amor, de cariño, de complemento, de
complicidad, se resume en aquella pareja, bueno he conocido otra muy parecida y con el marido de igual
nombre además.
Antonio P. y Julia
vivieron juntos 60 años y cuando ella murió, lamentablemente él no tardó en hacerlo,
seguramente de pena.
Antonio P. me enseñó aquella tarde, cuando yo apenas
tenía 17 años, que el odio no te lleva a
nada y que la vida tiene siempre “cosas”
fantásticas esperándote.
Ahora yo de
viejo, os doy fe que es totalmente cierto. LA VIDA TE QUITA COSAS, PERO TE DA
MUCHAS MAS.
¿Qué hay
hijos de puta, que si volaran no veríamos nunca el sol? Si, está claro que los hay.
Pero
bastante tienen ellos con ser como son, porqué el día que se miren al espejo y
se vean…… hasta a ellos les dará lastima
de lo que ven e incluso alguna lagrimita se les escapará……..
!!!! pobres
ignorantes infelices ¡¡¡¡
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