El 27 de Febrero de 2013, fallecía mi tía Pepita con 96 años, la han incinerado y desde ayer sus cenizas reposan junto a su hermana, mi querida madre.
Muchas cosas he escrito en este Blogg sobre ella directa o indirectamente, quizás la más concluyente es que LAMENTABLEMENTE llevaba muerta pero viva, más de 30 años.
He aprendido de esta mujer bastantes cosas, incluso algunas negativas o que se deben afrontar de forma diferente, pero quiero destacar sobretodo una que precisamente ella no practicaba nunca, QUIERO REIRME, NO QUIERO DEJAR DE HACERLO JAMAS. Mi madre, al revés que Pepita lo hizo hasta el último suspiro de su vida…..y yo por cierto, llevo desgraciadamente, varios meses sin reírme lo mas mínimo, pero esa es otra historia.
Si me perdonáis quiero hacer este juntaletras público de hoy un poco personal, que sirva como un pequeño y humilde homenaje a los AZARA.
Existe en Huesca en la comarca del Somontano (buenísimos vinos, por cierto) un pueblo que se llama precisamente, Azara.
Como ya sabéis algunos, mi tweet es precisamente @arg_AZARA, en recuerdo a ese apellido.
Con el fallecimiento de mi tía Pepita desaparece el apellido Azara de nuestro árbol genealógico.
Mi madre y sus hermanos tenían como apellidos Giménez Azara. Giménez con “G” precisamente como la procedencia de los Azara, Aragonesa (no vale decir ahora, que se entiende mi cabezonería, sería un chiste fácil).
Azara, tiene cierta relación con la aristocracia y según me contaba Pepita, mi abuelo materno, se traía cierta coña con su mujer, a costa de un linaje venido a menos, llamándola “marquesita”.
La vida de los Giménez-Azara no fue nada fácil (reíros de la actual crisis). La Sra. Azara (mi abuela materna) murió relativamente joven, víctima de una de las muchas enfermedades típicas de la época. Dejando al Sr. Giménez (mi abuelo) viudo y con cinco, si si, cinco hijos que sacar adelante. El pequeño, Agustín con apenas dos años.
Mi abuelo músico de profesión, trabajaba en el viejo Teatro Apolo de Madrid y supongo que de ahí heredé la afición junto a mi madre y mi tía por la Zarzuela, música que por lo visto, era la que más sonaba el aquel histórico teatro. Él se volvió a casar de segundas nupcias, con una de las coristas de la compañía, que a su vez también tenía un hijo, aunque este ya mayor.
Mi madre, que era la mayor de todos los hermanos, se encontró de golpe con la responsabilidad de tener que cuidar de toda la prole y según palabras de Pepita, siempre se sintió como la sirvienta ante su madrastra.
Elena, que así se llamaba mi madre, merecería cientos de páginas, porque la verdad fue un ejemplo de muchas cosas, pero si me extendiera todo el mundo diría que se va a decir de una madre y más si es su hijo quien lo firma. Así que seré conciso.
La pobre fue víctima de todas las circunstancias adversas posibles, primero la muerte de su madre, después la responsabilidad de cuidar a sus hermanos, luego la pérdida de su padre, a continuación la Guerra Civil en un Madrid sitiado, donde el hambre era el denominador común, después una posguerra que no fue precisamente nada glorioso. Si además añadimos un matrimonio de “penalti” nada “entusiasta” con un marido muy egoísta, que nunca la valoró y para colmo de todo, una ceguera que le llegó en sus últimos 10 años, hacen que los 83 años que vivió fueran claramente dignos de reverencia y admiración.
Pero a pesar de todo tuvo una característica espectacular, que me hace admirarla, NUNCA PERDIO LA SONRISA, JAMAS PERDIO EL SENTIDO DE HUMOR, mantenía un humor muy castizo muy de Arniches, era increíble verla reír y hacer bromas sobre cualquier cosa, a pesar de todas las desgracias acumuladas a lo largo de su vida.
La segunda hermana era Pepita, ella fue también muy especial, una “mujer coraje” sin duda, que junto a mi madre le toco vivir tiempos muy duros. Pionera en tiempos donde la mujer estaba relegada a un papel secundario y por supuesto, en casa y con la pata quebrada, ella fue de las primeras mujeres que fumaba, de las primeras mujeres que conducía cuando no había ni coches en Madrid.
Todo ello seguramente porque si a Elena le toco el papel de cuidar a los hermanos, a Pepa le tocó el papel de buscar el dinero para subsistir y todo esto en plena guerra y posguerra, obligándola a moverse por todos los sitios en busca de trabajo y siempre teniendo que huir hacia adelante, forjando de esta manera un carácter sin duda de incansable luchadora.
Tuvo una vida profesional muy interesante que espero poder documentar algún día.
Después de trabajos básicos como mecanógrafa, aprendió taquimecanografía y a base de un montón de horas al día, sacaba el dinero justo para el sustento de toda la familia.
Consiguió llegar a puestos relevantes o de cierta responsabilidad, como ser una de las secretarias del llamado “cuñadísimo” es decir, D. Ramón Serrano Suñer cuñado de Franco y hombre que aglutinó muchísimo poder en los primeros años del franquismo. Tanto poder que Franco terminó por apartarle del Gobierno, por miedo a que al final, por ser un hombre querido, bastante preparado, muy erudito, terminara arrebatándole la Jefatura del Estado.
Si os recordáis, hay una foto muy famosa de Franco saludando a Hitler en la Estación de Hendaya en presencia de Serrano, pues bien, en el tren que se encuentra detrás, iba como secretaria Pepa.
Después, supongo que por esas influencias italianas en la guerra civil, tuvo la oportunidad de trasladarse a Italia donde estuvo trabajando en Delegaciones Comerciales de aquel País. Esto le obligó lógicamente a vivir muchos años entre Milán y Roma, por supuesto también a dominar el italiano perfectamente, idioma que hablaba casi mejor que el español.
En esta etapa tiene otra experiencia increíble, al formar parte de la Delegación Comercial Italiana que en Roma (1957) por medio de su Tratado se crea la Comunidad Económica Europea (CEE). Esta circunstancia la llevará a vivir más adelante durante cierto tiempo en Bruselas.
Posteriormente se trasladará a Madrid para trabajar en la Embajada Italiana y en ese momento con unos 14 años es cuando empiezo a tener una relación más estrecha con ella.
Pepita Jiménez, decidió que su Giménez fuera con “J” porque así se pareciá a la Pepita de la novela de Juan Valera.
Fue muy particular, seguramente por todo lo explicado hasta ahora, por su vida anterior de miseria y lucha. Por su posterior triunfo en la vida, dentro de una vida machista donde la mujer era solo un adorno, en el mejor de los casos. Ella se inundó de bailes, vestidos y vida de alta sociedad, que sin duda la distanciaba mucho de su vida inicial.
Todo ese “rebujito” hicieron de ella una mujer diferente, especial, con ciertos complejos y muchos “tics” sociales, digamos con una cierta dosis de "tonteria social" fuera de tono.
Cuando yo era joven, me tenía, deslumbrado, asombrado e hipnotizado, ella era mi confesora y mantenía largas conversaciones con ella, sobre cualquier tema. He de reconocer que gracias a esas conversaciones, sé lo que sé, de mi familia materna porque nadie me contó nada jamás, todo eran sombras y miedos.
Con los años fui descubriendo demasiadas “cosas que no cuadraban” en su vida, sombras no de mala intención ni mucho menos, sino de manipulación, de exceso de protección si queréis. Una protección mal entendida con los suyos.
Su forma de ver la vida era tremendamente Victoriana, cosa que hoy no pega ni con cola, pero además, su trato con la Diplomacia, la había recubierto con una piel de fingimiento absurdo, de estupidez social fuera de tono, de vacío que era totalmente grotesco. Era capaz de estar horas hablándote de “visita” sin decir absolutamente nada, eso sí, con una sonrisa exquisita en la cara.
Sus parámetros en la forma de contemplar la vida eran únicos, confieso que a nadie he visto nada parecido. Por muy preparado que estuvieras te podía sorprender en cualquier momento con su forma de pensar y claramente razonado a su manera, sus argumentos eran barrocos pero extraordinariamente lógicos, eso sí trasnochados.
Haberla tratado ha sido una gran suerte para mí, me ha ayudado mucho para ser lo que soy, aprendí millones de cosas, ver diferentes situaciones a su lado, de como hay que afrontar muchas cosas, incluso alguna como hay que hacerla pero al revés. Su forma de dar las vueltas a las cosas eran increíbles, ni el mejor guionista sería capaz de igualarla y os aseguro que de eso se aprende un montón.
Consiguió terminar no hablando con ninguno de sus hermanos, excepto con mi madre.
Su carácter dominante lo aplicó hasta cuando sus hermanos eran adultos y a ellos nunca les pareció una buena idea. Quería controlar todo lo que ocurría, ella era la que movía siempre el mundo. Inacín la definió en su día perfectamente..... tu tía es INSOLENTE, despreciaba a todo aquel que no"tuviera chaqueta y corbata".
Además con los años tenía otro problema, NO QUERIA ENVEJECER, NO LO ACEPTABA y ese fue su gran martirio, un martirio que duró más de 30 años y que a la pobre la mató en vida.
Contaré una anécdota para que me entendáis mejor, estábamos viendo las Olimpiadas de Sidney y era el momento de una carrera de 400 m femeninos. Exclama de improviso……hay ya no puedo correr como ellas…. lo dijo como si alguna vez hubiera corrido, no como ellas sino trece minutos más lenta. Alguien pensará que se le había ido la cabeza, pues os aseguro que no, que ha muerto casi al 70% de su cabeza y en ese momento, hace años estaba perfecta. Simplemente nunca admitió que los años iban pasando y en vez de disfrutar un descanso tranquilo con el dinero ganado decidió amargarse y cuando veía que los años la limitaban se fue deprimiendo, ese era su problema y ese fue su mal.
De todas formas yo siempre guardaré un buen recuerdo de ella, aprendí muchas cosas y los millones de anécdotas y situaciones vividas lo merecen.
Florentino es el tercer hermano Giménez-Azara, quizás el más flojo físicamente, el de carácter más débil, el más enfermizo, le pilló su niñez en plena antesala de la guerra y debieron ser tiempos donde el hambre, la miseria y las dificultades si eras un niño tenía que ser algo muy durito.
Seguramente todo ello era el caldo de cultivo para que muriera relativamente joven.
Yo nunca tuve muy buenas relaciones con él, porque en la época que frecuentaba mi casa, estaba siempre manipulado por mi padre que le trataba como un esclavo y yo en guerra permanente con mi padre pues me parecía fatal y no soportaba la situación, se lo reprochaba constantemente pero el pobre era incapaz de matar ni a una mosca.
Era cocinero de profesión,un buen cocinero, se mataba a trabajar, lo hacia de sol a sol y en algo que Pepita siempre tuvo razón, Florentino se ganó cada centímetro de su casa a base de sudárselo, solía decir. Era como una hormiguita, trabajaba y ahorraba. No no, no era huraño, ni mucho menos. Lo debió pasar tan mal de pequeño que debía tener pánico a quedarse otra vez en la miseria pero………ironías de la vida, después de toda la vida ahorrando, se murió relativamente joven sin disfrutar para nada su esfuerzo.
El siguiente hermano es Isidro, realmente tiene muchísima culpa de lo que yo soy. Vivía con nosotros y había sido Gimnasta de élite, es decir era junto al famoso Joaquín Blume, uno de los buenos de la Gimnasia Deportiva de aquellos tiempos.
Ser Gimnasta es un dolor, estricto en comidas, disciplinado, en fin un dolor ya os digo. Isidro, se ocupó de intentar hacer algo de provecho conmigo y me empezó a entrenar, me llevaba al gimnasio, me enseñó a hacer el pino, me hizo un buen plan físico, puso además en la terraza un trapecio, los fines de semana me llevaba a la Casa de Campo, con su equipo de gimnastas para entrenar y así incluso llegue a prepararme para hacer el “mortal” hacia adelante pero…….un día casi hago el mortal de verdad y me pegue una…….y explique a Isidro que mejor a otra cosa, el hombre entonces optó por enseñarme a nadar y ahí estuve unos cuantos años, incluso participando en competiciones federadas. Posteriormente con mi ingreso en el Instituto Ramiro de Maeztu, fue mi acercamiento al baloncesto definitivo.
Isidro era profesor en el Colegio Alemán, en ANJA una especie de INEF antes del mismo y también tenía un grupo de gimnastas en el Gimnasio Moscardó, por supuesto al vivir en casa era inevitable tener sus consejos y recomendaciones a diario, por eso en él, encontré al padre que no encontré en el padre biológico.
Isidro me marco como persona cercana al deporte, me enseño un montón de valores importantes y guardo un recuerdo increible de él. Por eso, cada vez que me encuentro con alumnos suyos me siento muy satisfecho de ser su sobrino y engordo un poquito mas.
El último hermano era Agustín y como ya dije era muy pequeño cuando murió su madre, por lo que a Elena le correspondió el papel de hacerlo. Poco puedo decir de él, pues no lo conocí. Los Giménez-Azara que como decía Pepita eran ejemplares y estaban muy unidos ¿? no se habló jamás con mi madre, que yo recuerde, pero no porque viviera en Australia pues vivía en Aluche (Madrid), pero no solo con mi madre, que encima le cuido desde pequeño, tampoco se hablaba con Pepita, ni con Isidro, ni con Florentino, supongo que se olvidó que tenía hermanos, de echo murió con la enfermedad de Alzheimer, probablemente por eso.
Pepita tenía una teoría muy graciosa con un planteamiento algo parecido.
El problema real de todo era que no se podía argumentar, como entre todos los hermanos de esa “familia ejemplar” no se trataban ninguno entre sí, a Pepita era algo que le atormentaba constantemente y siempre se “defendía” inventándose historias imposibles.
Pero bueno, ya nadie podrá explicarnos la realidad de que paso de verdad.
Este ha sido mi pequeño y humilde recuerdo a los GIMENEZ-AZARA, hasta siempre familia
1 comentario:
Muy buen escrito, muy buen gusto y muy misterioso y emotivo.
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