Todos hemos escuchado alguna vez el famoso dicho “no metas la polla donde pones la hoya” e irónicamente todos lo hemos hecho o lo haremos alguna vez. Es inevitable, sobre todo cuando una de las dos o ambas son una gran parte de nuestra vida. Curiosamente, en este mundillo de la cestapelota he descubierto lo que algunos llaman el pacto de no agresión, que consiste en que dos o más jugadores acuerdan verbalmente o de manera intuitiva reducir el juego violento y las artimañas provocadoras buscando un fair play que no implique ninguna desventaja ante el oponente, algo muy útil para mantener el equilibrio entre la intensidad juego, la competitividad, y la posibilidad de lesión.
Siendo fiel a mi hábito de extrapolar los conocimientos que adquiero del baloncesto a la vida y viceversa, ya que que el baloncesto en sí es vida y la vida no deja de ser muchas veces un juego o una competición, tras reflexionar sobre lo satírico que resulta que tantas de las cosas que nos dan fuerza resulten ser a la vez nuestra mayor kriptonita. Las amistades y los sueños, dos cosas que cuestan tanto separar del todo y sin embargo suelen ser muy diferentes. Nosotros vamos y lo mezclamos todo a lo loco. Es increíble y emocionante cuando nos juntamos y soñamos lo mismo de maneras distintas. No siempre queremos lo mismo pero si nos fijamos muchas de nuestras diferentes metas coinciden en una misma coordenada. Cuando me detengo a admirar los momentos en que esto se hace tan evidente, en ocasiones sólo instantes que desaparecen en un pestañeo, no puedo concebir nada mejor por lo que sacrificarme, hasta el punto que me da igual lo que pierda mientras no pierda lo que me trajo. Pero entonces me surge un miedo a que todo eso se rompa, no lo que lo rodea, las metas ni los caminos que construimos hacia ellas con tanto esfuerzo, lo que temo perder es lo que lo empuja todo, lo que le da el toque especial, las amistades que producen las sensaciones que le dan vida a los sueños.
Por ello quería proponerles un pacto de no olvidar. Con las siguientes cláusulas, a las que se pueden añadir o modificar condiciones hasta lograr el equilibrado fair play que todos deseamos.
1º No olvidar quienes somos. Quienes somos individualmente cada uno y cada otro, quienes somos con unos y con otros y quienes somos con todos, todos nosotros y todos los demás que quedan por llegar y los que nunca llegarán.
2º No olvidar lo que queremos de verdad, que nunca será lo que menos odiamos de lo que no queremos.
3º Ante todo recordar qué hacemos, dónde lo hacemos, cómo lo hacemos, por qué lo hacemos, por y con quién lo hacemos.
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