martes, 16 de julio de 2013

Seis jugadores para el éxito.

Siempre me ha encantado la lectura, aunque nunca haya sido un gran lector me fascina la capacidad que tiene la literatura para enseñar, entretener y estimular los sentidos y las ideas. Puede que mi falta de hábito se deba a que soy un lector muy lento, no es que literalmente lea despacio sino que me distraigo fácilmente y muchas veces debo releer un párrafo porque aunque haya leído perfectamente lo que pone no me enterado de lo que dice. Y a esto hay que añadir la somnolencia que me produce la relajación de una tranquila lectura. Al final, un escueto libro de viaje puede llevarme meses para digerirlo bien del todo. El último libro que he leído, y que en realidad sigo leyendo porque aun no he acabado, se llama Filosofía y Baloncesto editado por JERRY L. WALLS y GREGORY BASSHAM. Llevo tiempo queriendo recomendarselo a todos, especialmente tras haber leido un capítulo muy interesante en el que analiza seis claves en las que suelen coincidir e insistir todos los libros que tratan el gran reto del exito. Para dejarles el gusanillo
me gustaría resumirles este capítulo que resume en realidad casi todo el libro.

-La meta.
Para empezar, empecemos por el principio. Todo reto consiste en un objetivo, sin meta no hay carrera. El objetivo es el principal factor de motivación porque es aquello que anhelamos, lo que no tenemos y que queremos o necesitamos. Todos vivimos en una realidad pero esta nunca va ser perfecta, siempre faltará algo, siempre vamos a querer buscar algo mejor, una realidad mejor, y ese es nuestro objetivo. Sin objetivo no podemos mejorar, siempre seremos la misma realidad mediocre y conformista.

-Trabajar, y duro.
Esa realidad que tenemos nos viene dada en mayor o menor medida, en algunas zanjas nos caemos sin querer, a otras nos empujan y otras nos las cavamos nosotros mismos. Pero si queremos salir de ellas tenemos que hacerlo por nuestra cuenta, rara vez nos va a sacar otro, incluso en ese caso tendríamos que al menos hacer el esfuerzo de pedir auxilio. Y mucho menos probable es que de repente levitemos y salgamos volando o que nos despertemos con todos los problemas arreglados después de echar una siesta. De las pocas cosas que controlamos, una de ellas es lo que hacemos, de ahí el valor autentico de nuestro trabajo, demuestra nuestra ambición. Y como es lógico cuanto más alto queremos escalar, más duro tenemos que trabajar.

-Buenos hábitos.
Pocas habilidades prácticas se adquieren a la primera o de manera innata, por eso se dice que hay que PRACTICAR. Repetir una y otra vez hasta que forme parte de nosotros. Por otro lado uno tampoco es bueno por hacerlo bien una vez sino por hacerlo bien muchas veces, esa es la diferencia entre suerte y virtud. Ahora diréis, vale, repetir algo es un hábito pero, ¿qué es un BUEN habito? Según Aristóteles, es aquel acto que tiende al bien, entendiendo bien como aquello que nos acerca a nuestro objetivo. Lo que puede parecer una perogrullada pero no lo es en absoluto, un vicio también es repetitivo y puede parecer bueno a priori si nos aporta un bien o gozo inmediato, pero si ello no nos ayuda alcanzar la meta, sino que es algo superficial y pasajero, tampoco nos aporta nada, o peor aun podría estorbarnos en nuestra gesta pues consume nuestro tiempo y energías o distrae de nuestro camino.

-Persistencia.
Puede parecer redundante tras los dos conceptos anteriores pero este trae un matiz diferente, que consiste en NO RENDIRSE. El mundo no para  y si no le seguimos el ritmo nos arrollará o con suerte sólo nos dejara atrás, como decían en algún lado "Life goes on, you might as well keep up with it". Abandonar no nos lleva a ningún lado, tirando la toalla nadie, nunca, ha conseguido algo, así de simple, si tienes un objetivo la única manera de alcanzarlo es yendo a por él, si no tiras no meterás canastas, si no caminas no avanzas, da igual la dirección pero estar quieto es estar muerto o lo que es peor esperar a la muerte. La única verdadera derrota es la rendición. La vida no se acaba en cuarenta minutos, mientras siga habiendo mañana se puede seguir luchando y si mueres intentándolo habrás llegado más cerca de tu objetivo que quedándote sentado esperando.

-Aprender de la adversidad.
Todo el mundo falla, fallar es parte de la vida, inevitable puesto que la perfección no existe o es estadísticamente improbable y aun nadie la ha logrado. Debemos aprender que hay cosas que no controlamos para no frustrarnos intentando evitarlas y aprovechar que se ponen al descubierto nuestras debilidades y limites, conocerlos nos permite aprovechar mejor nuestras fuerzas sabiendo en qué y como debemos trabajar.


-Trabajo en equipo.
Tanto dentro como fuera de la cancha, y para bien o para mal, no estamos solos, por lo tanto más vale intentar sacar lo mejor de ello. Para lo cual, debe de haber una identidad como grupo, debemos ser capaces de  pensar y actuar como uno solo. Imaginemos por un momento que somos todos juntos una sola maquina, cada uno seremos una pieza distinta y con diferentes funciones pero todos con una función y una forma común que serán las de LA MAQUINA, es importante destacar que ninguna maquina funciona sin sus piezas y que pocas piezas funcionan por si solas y si lo hacen podrán llevar a cabo su pequeña función individual pero nunca la de la maquina. Lo que intento explicar es la importancia de unir metas y trabajo. Esto no es algo natural, el ser humano es egocéntrico por naturaleza, aunque tienda a vivir en sociedad, como muchas otras especies, siempre lo hará desde su propia perspectiva, es imposible ver el mundo desde los ojos de otro o de sentir exactamente lo que él siente como él lo siente porque no nos podemos meter dentro de él. Sin embargo si podemos pensar juntos, compartir pensamientos, sensaciones y trabajo. Ojo, cuidado con confundir el egoísmo con el individualismo, como hemos dicho cada uno tiene su función y con ella su responsabilidad y eso le da su valor individual que no hay que menospreciar. No se trata de que todos pasen siempre el balón, sino que lo pase bien el que lo tiene que pasar cuando hay que pasarlo para que tire bien el que tiene que tirar cuando tiene que tirar.

jueves, 4 de julio de 2013

Pacto de no olvidar

Todos hemos escuchado alguna vez el famoso dicho “no metas la polla donde pones la hoya” e irónicamente todos lo hemos hecho o lo haremos alguna vez. Es inevitable, sobre todo cuando una de las dos o ambas son una gran parte de nuestra vida. Curiosamente, en este mundillo de la cestapelota he descubierto lo que algunos llaman el pacto de no agresión, que consiste en que dos o más jugadores acuerdan verbalmente o de manera intuitiva reducir el juego violento y las artimañas provocadoras buscando un fair play que no implique ninguna desventaja ante el oponente, algo muy útil para mantener el equilibrio entre la intensidad juego, la competitividad, y la posibilidad de lesión.

Siendo fiel a mi hábito de extrapolar los conocimientos que adquiero del baloncesto a la vida y viceversa, ya que que el baloncesto en sí es vida y la vida no deja de ser muchas veces un juego o una competición, tras reflexionar sobre lo satírico que resulta que tantas de las cosas que nos dan fuerza resulten ser a la vez nuestra mayor kriptonita. Las amistades y los sueños, dos cosas que cuestan tanto separar del todo y sin embargo suelen ser muy diferentes. Nosotros vamos y lo mezclamos todo a lo loco. Es increíble y emocionante cuando nos juntamos y soñamos lo mismo de maneras distintas. No siempre queremos lo mismo pero si nos fijamos muchas de nuestras diferentes metas coinciden en una misma coordenada. Cuando me detengo a admirar los momentos en que esto se hace tan evidente, en ocasiones sólo instantes que desaparecen en un pestañeo, no puedo concebir nada mejor por lo que sacrificarme, hasta el punto que me da igual lo que pierda mientras no pierda lo que me trajo. Pero entonces me surge un miedo a que todo eso se rompa, no lo que lo rodea, las metas ni los caminos que construimos hacia ellas con tanto esfuerzo, lo que temo perder es lo que lo empuja todo, lo que le da el toque especial, las amistades que producen las sensaciones que le dan vida a los sueños.

Por ello quería proponerles un pacto de no olvidar. Con las siguientes cláusulas, a las que se pueden añadir o modificar condiciones hasta lograr el equilibrado fair play que todos deseamos.

1º No olvidar quienes somos. Quienes somos individualmente cada uno y cada otro, quienes somos con unos y con otros y quienes somos con todos, todos nosotros y todos los demás que quedan por llegar y los que nunca llegarán.
2º No olvidar lo que queremos de verdad, que nunca será lo que menos odiamos de lo que no queremos.
3º Ante todo recordar qué hacemos, dónde lo hacemos, cómo lo hacemos, por qué lo hacemos, por y con quién lo hacemos.