En el medio, divagando entre dos polos opuestos. Día y noche, genialidad e imbecilidad. Dando vueltas sin encontrar la puerta a lo cierto; volviendo a lugares extremadamente fríos en los que se están agotando las posibilidades de involucrarse. Y continúo balanceándome en el medio de la línea, como si la realidad fuese inmune a mis actos, porque parece que las cosas que se descosen a mi paso no tienen la menor importancia en lo cotidiano e inaguantable de cada tarde. No importa en cuál de las dos caras te encuentres, porque la vuelta del medio te hace sentir lo mismo siempre, lo que siento ahora: tristeza, añoranza y frío, mucho frío; joder que frío hace; es inaguantable y seco.
Porque ya ahora echo de menos tus cálidos pies entrelazados bajo las mantas con los míos, o un templado abrazo bajo la mirada fría de la luna entre los edificios, o el calor de la amistad entre tus lágrimas de grandeza. Lo echo de menos, mucho; porque esas son las situaciones que consiguen dar profundidad a mi vida. Porque estáis tan dentro de mí que no puedo evitar esta nostalgia que me empuja a coger un bolígrafo y ponerme a sentir cosas en una tarjeta de embarque. A la salida de un instituto quedó demostrado que podemos separarnos, e incluso dejarnos de hablar, que cuando la situación lo requiera el universo encontrará la forma de volver a juntarnos de nuevo.
Bailo en la línea continuamente, al son de una nostálgica guitarra que enfría mis entrañas y entorpece la realidad, pero que batalla con una cálida voz que me acerca cada día más a la eternidad para recordarme lo magnífico que es que el universo esté en impagable deuda conmigo, porque eso significa que podré seguir bailando al ritmo de mis poderosos sentimientos, que sólo me llevan a un lugar: a la tarjeta de embarque, a ti.
Embarcado en este continuo vaivén, profundo y denso, del que te liberas en la mitad de algo realmente incomprensible. Porque es en esa situación donde coincidimos: compartiendo dos ricas nuevas hamburguesas, enviando una foto de una ensalada, enviando una foto de dos ensaladas, durmiendo una noche juntos en el cielo del país, pagando dos tardes por ver documentales, cocinando cada día juntos, cocinando juntos + una más, cocinando sólo para otros, jugando a las cartas con desconocidos, levantándonos puerta con puerta, o simplemente conversando cada día, cada noche, contigo, con todos, sin importar cómo ni por dónde. Es la magia de poder encontrarnos justo en la mitad del desorden para recordarnos lo maravilloso que en realidad es esto.
Por muchas tarjetas de embarque que rellene con mis palabras, jamás voy a poder lograr expresar mis sentimientos de agradecimiento hacia ti, mi vida, y hacia ustedes, mi mundo. Ha sido un genial fin de semana, y necesario, con tres grandes veladas, una romántica, una entre amigos y otra entre familia. Una hamburguesa tierna y magníficamente acompañada, una sencilla ensalada tan clásica como le-gen-da-ria, y un bistec de ternera difícil de digerir al principio pero con un gran final. Me quedó pendiente una tarde entre chocolate blanco y vainilla que reanudaremos la semana que viene con una tarde de cine.
Porque por muy feas que se pongan las cosas, siempre podremos reencontrarnos en nuestro lugar: el que sea, pero contigo.
La vida es fría por las dos caras, pero estamos nosotros en la mitad para darnos calidez en medio de este continuo vaivén. Los grandes momentos son situaciones vacías que se llenan a reboSar en el momento en el que tú apareces. Te quiero. Os quiero.
PD: . . . aquí.
3 comentarios:
OOOOOHHH! ahora si que puedo sentir el abrazo, XD.
Mi moneda rueda firmemente sobre su fino canto cuando siento abrazos como este.
Por cierto un abrazo muy artístico, te ha quedado muy bien.
Que gustazo levantarse por la mañana y poder leer esto. Gracias por no permitir que esto se acabara. Y sobre todo gracias por dejarte compartir.
Éste sí que está wapo!!
Es de verdad.
Trasmites muchas cosas. Muchas cosas buenas y poderosas. Trasmites lo que sientes y se nota.
Qué bueno tener algo así tan al alcance para leerlo una y otra vez cualquier día.
Y sentirse tan bien.
Sin duda aquellos a los que quieres te quieren a ti de vuelta. Puedes estar seguro.
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