jueves, 22 de agosto de 2013

Andrés CERRACÍN

Querido  Andrés:

Hace unas semanas que nos dejaste, fue una noticia inesperada y como todas las similares impactante.

Quiero escribir este “juntaletras” sin pensar, sin revisar, solo desde el corazón, me importa un bledo la redacción. Voy a volcar las palabras según me vienen, mezclando palabras con lágrimas y con muchos de los buenos recuerdos que se juntan en mi cabeza.

La noticia fue un impacto duro  y aunque ya sabes que pienso que la muerte es el descanso para el protagonista y en cambio la tragedia para los que se quedan. Espero que estés bien.

Se  juntan en mi recuerdo millones de situaciones, de vivencias, de risas, de confesiones mutuas, de proyectos en la etapa que compartimos una fuerte amistad y un gran compañerismo. 
Fueron tiempos muy agradables y llenos de todas las sensaciones definibles.

Luego la vida me alejó de ti y después de tu primer golpe no tuve el suficiente valor para volver a verte. Esto es algo que siempre me ha perturbado mucho interna y profundamente.

Reconozco en público mi COBARDÍA por no atreverme.

No pretendo salvar mi conciencia en este “juntaletras” porque esa cobardía es algo que mientras viva me acompañará constantemente.

No me preguntes porque lo hice, porque ni siquiera yo soy capaz de encontrar la respuesta adecuada. Solo puedo decir que la pena al verte tal como estabas, me producía un dolor inmenso.

Te volví a ver en el aniversario del colegio, en aquella cena que  juntaron a todo el profesorado actual y pasado, para celebrarlo.
Me emocionó mucho la alegría que te produjo el verme cuando llegué, pero eso aumentó más mi pena y mi cobardía.

NUNCA ENCONTRÉ EL VALOR DE VERTE DE NUEVO y creo que nunca lo tendría.

Se perfectamente que no se debe actuar así cuando alguien está en malas condiciones, pero no puedo evitarlo, lo siento.

No eres religioso precisamente y por eso no voy a entrar en la demagogia de preguntar ¿porque?, pero es cierto, mira que hay hijos de puta por el mundo sueltos que no les ocurre nada….pero no quiero seguir mis pensamientos por ese camino. Se perfectamente que no es un buen argumento.

Soy un tremendo ignorante y hay muchas cosas de esta vida que no soy capaz de entender y quizás por eso me resulta muy difícil asumirlo.


Solo quiero pedirte disculpas por mi actitud porque soy totalmente consciente de que te he defraudado. He defraudado la confianza que me otorgaste cuando me nombraste padrino de tu hija mayor. Recuerdo perfectamente tus palabras aquel día cuando me lo propusiste en el gimnasio del colegio.

Es decir además de cobarde, te he fallado incumpliendo mi promesa hacia tu hija mayor.

Afortunadamente tu mujer siempre ha estado ahí y ellas han crecido de forma que puedes sentirte muy orgulloso. 

No lo digas ya lo sé, eso no me libera de tu propuesta de confianza. De todas formas te recuerdo que como padre he sido y soy un autentico fracaso, así que por un lado casi mejor que las cosas sucedieran así con María.

Espero algún día, tener el valor suficiente  para poder hablar con María y esperar su perdón que no comprensión.

Es actualmente un mal momento en mi vida, llevo una buena temporada reconsiderando muchas cosas, es una malgama de reflexiones personales todas  revueltas; ante lo que soy y como soy o como debería haber sido, lo que creía o dejaba de creer.  En este momento en que los valores  significan poco para la sociedad, yo empiezo a tener mis dudas de como he vivido.

Pero si sé una cosa en estos momentos, contigo fui un COBARDE de manual, de esto sí que estoy seguro.

En mi vida me puedo arrepentir de muchas cosas pero te aseguro que esta actitud mía hacia ti,  es algo que no creo que pueda redimir jamás.

Recuerdo perfectamente las conversaciones que teníamos en nuestros viajes a Madrid, recuerdo también como me aceptasteis en el colegio como compañero vuestro. Miles de horas hablando cuando íbamos a tomar “chismes” como tu decías.

 Junto a ti, escuchándote sabiendo y conociendo tu concepto de la vida me dabas constantemente lecciones magistrales.
Aprendí como el esfuerzo de un humilde chico de Bernardos, hijo de un albañil, te conduce a ser capaz de estudiar y llegar a ser muy brillante (ahora que hay tanto debate sobre la educación) y hacerte esa increíble persona que eres. 
Sin duda tus padres dentro de su humildad, supieron impregnarte de los valores mas que necesarios, (aunque fuera en el "sobrao"). Un recuerdo muy especial para ellos en estos difíciles momentos.

No quiero poner millones de fantásticas anécdotas (no es el momento) que compartí a tu lado, solo quiero terminar diciendo que a pesar de ser el “profe ogro” por el amor a tu profesión, estoy seguro que te hemos llorado muchísimas más personas de las que pudieras pensar.

TAMBIÉN ESTOY SEGURO QUE  MUCHÍSIMAS PERSONAS TE RECORDAREMOS COMO TE MERECES, ES DECIR CON MUCHO CARIÑO Y UN GRAN RESPETO.

Cientos de alumnos hoy aman la Física y Química gracias a tu profesionalidad. Alumnos que marcaste sin duda para siempre con tu lealtad a tu profesión y tu preocupación por hacerlos mejores en la vida.

Dicen que  nos impregnamos de quienes  nos rodean.
Pues bien si yo soy algo, es por la gran suerte y el privilegio que he tenido de aprender en diferentes momentos de mi vida de gente como tú (ojala hubiera aprendido antes y más).

 MUCHAS GRACIAS ANDRÉS, me hiciste mucho mejor de lo que era antes de conocerte.

Amigo no me quiero despedir porque siempre ESTARÁS en mi corazón, tampoco repito, busco tu perdón (jamás lo merecería).

SOLO QUERÍA COMPARTIR CON QUIEN QUIERA LEER ESTE “JUNTALETRAS”, MIS LAGRIMAS.

Espero tener el valor suficiente para verte pronto, hasta entonces amigo un abrazo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

A mí ese hombre me hizo daño.
No obstante D.E.P.

Anónimo dijo...

Por qué?

Anónimo dijo...

Qué hizo?

Anónimo dijo...

Yo también tuve la suerte de ser su alumna. Sentí su fallecimiento. Era un excelente profesor y persona. Humano y cercano cuando necesitabas su ayuda. Gracias.