martes, 12 de abril de 2011

I want my life to be eternally unperfect

Estoy cansado, arto ya, de los estereotipos sociales, de las comedias románticas con desenlaces utópicos a desarrollos quiméricos. No aguanto más que intenten venderme deseos, gustos e intereses patrocinados por famosos o escondidos en colores, formas, y frases vanamente hechas, sus trucos psicológicos no funcionaran conmigo, ni libres de intereses, ni con descuentos, ni regalados.

De modo que, aquí y ahora, declaro que yo NO QUIERO formar una familia con una modelo, la parejita de niños (chica y chico) y un perro, en un dúplex con piscina y garaje para meter un coche deportivo pero a la vez familiar, potente y a la vez ecológico, y versátil para ir por campo y ciudad. TAMPOCO QUIERO un trabajo en el que sin hacer nada gane una pasta inconcebible por hacer algo que ni me va ni me viene pero que tenía buena oferta laboral y que tenga un reconocimiento social superior o aceptable.

Lo que QUIERO es seguir MI plan. Quiero un trabajo que me dé ganas de levantarme por la mañana y de hacerlo bien porque me importa, y que me paguen lo que me merezco y que me aporte cosas nuevas cada día, y que me permita seguir estudiando. Y QUIERO vivir de forma sencilla en un lugar sencillo, de lujos simples, que sea cómodo y acogedor para que mis invitados quieran venir a visitarme y cuando se vayan yo puede relajarme a recordar que estuvieron. Espero algún día poder entrenar a una pandilla de chavales y pasarles el legado de algo especial, un equipo, la amistad, enseñarles la genialidad eterna que  me han enseñado ustedes a mí

Pero eso es cosa mía lo que a ustedes les interés es mi plan B, porque yo se que a ustedes QUIEREN un poco más de suntuosidad cuando hacemos las cosas a lo grande. Ese plan se desarrolla en un lugar en el que poder hechar nuestras timbas anuales, mensuales o semanales, un sitio para nuestras juergas o para prestarles cuando quieran hacer una juerga, un lugar al que llevar de vacaciones a los amigos que hago por el mundo. Sin embargo ese lugar no lo voy a ganar en un concurso ni con la lotería (aunque si ayudaría bastante), tendré que trabajar duro para construirlo y están invitados a ayudarme a ello. Y cuando lo haya hecho lo cuidare y mantendré más que mi propia casa. Y al lado del jardín con piscina y barbacoa dejaré una parcelita para plantar un par de plataneras, papayas, un naranjo y algunas verdurillas que simbolicen el fruto de ese lugar.

Y por este plan me dejare el cuerpo y el alma. Por muy dormido que esté, cuanto más lejos esté del sueño de la celda de la realidad en que me toque vivir, más lucharé por salir. Y aunque parezca que heaya aceptado mi condena perpetua o que haya olvidado mi vigorosamente inocente ilusión, en realidad sólo estaré cavando con paciente perseverancia mi túnel de huida hacia la libertad, como hizo Andy Dufresne. Porque solamente bajo un cielo estrellado de una noche de verano, tumbado en una hamaca en el jardín de la casa de la eternidad podré perder el miedo a morir.

sábado, 9 de abril de 2011

SUEÑOS HUMEDOS

Al infinito
enredaderas de mi balcón colgadas
tus piernas.

Si la luz de tu mirada cala las almas
ojos verdes
tuyos los asesinos de viejos mitos.

Sentir tu piel
escalofriante cosquilleo en mí deja
que marcha
de la medula a la punta de los dedos
de manos y pies.

Sólo soñar verte conmigo en mi cama
Mis besos
tus labios muerden con delicadeza
Humedece mi sien
Y las lenguas arden como danzantes llamas

sábado, 26 de marzo de 2011

Divagaciones sobre un tema, de Javier Salvago

La madurez debe ser esto,
este cansancio, esta desgana,
este saber, ya de antemano,
que nada sirve para nada.

La claridad que nos despierta
a una inclemente y gris mañana,
la claridad que ahuyenta sueños
de juventud, y nos desalma.

Este abandono, esta renuncia
al ideal y la esperanza,
este vender al dios que fuimos
por bagatelas y migajas.

Dejarlo todo para luego
-amigos, vida, libros, causas-
porque otras cosas que no amamos
están ahí y nos reclaman.

Sentir el viento, sobre uno
como una loza o una espada,
y ver que el tiempo se no va
de entre las manos, se acaba.

La madurez debe ser esto,
comprender cosas que espantaban
vistas desde lejos, comprender
que uno está preso en una trampa.

El desayuno, de Luis Alberto de Cuenca

Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata,cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se nota
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aun me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno>>

domingo, 13 de marzo de 2011

La historia de R. y Yo.

Estando solo y sintiéndose reflexivo, R., habla consigo mismo. Se dice dirigiéndose a un Yo incierto:

- Entre la espada y la pared me encuentro, acribillado por los caprichos del destino: de mi propio destino; del que construyo día a día con mis actos y sus respectivas consecuencias. Dudo. Dudo sí, dudo. No vivo, sino vivimos rodeados de mentira y opresión, somos la mitad de lo que pensamos ser; y a veces esa mitad se ve reducida a otra mitad, la cual compartimos con otra persona y, por tanto, con una verdad ciertamente problemática. Ciegos de amor y siervos de éste.  
Cuestionarse las cosas, los hechos, no es desde luego señal de una existencia, digamos, exitosa o de una vida llevadera, dichosa, feliz. El camino hacia la verdad es, efectivamente, todo lo contrario al camino hacia la felicidad. "Felicidad", que bien suena... bonito nombre. Me lastima, sin embargo, el verla tan lejos. No por ello soy un amargado, un renegado o un depresivo: soy realista. Y la realidad supone un descubrimiento y una investigación más o menos efectiva de la verdad: de esa otra mitad; la formada por espadas certeras, puntiagudas e impregnadas de sangre, cuyo metal opaco, aunque lúcido, refleja a imagen y semejanza el dolor personificado. Una verdad donde "todo vale", siempre y cuando ese "todo" conlleve la aceptación del todopoderoso interés de unos pocos poderosos.
¿Cuál es, pues, la razón de mi existencia? ¿Por qué sigo en pie? El mundo es un lugar por el que merece la pena batallar. Pequeñeces día a día álzanme una sonrisa, ya que así lo deseo; las aprecio. No es complicado verlas, aunque sí sentirlas e interiorizarlas... una caricia, un beso, un "hola, ¿qué tal?", un chiste. Saber disfrutar de estas aparentes nimiedades insignificantes y corrientes es, más que una recomendación, un estilo de vida, cuyas metas son ciertamente discutibles y complicadas.
La solución a todo este enigma es la más sencilla, como en la mayoría de ocasiones ocurre: mirar a la pared. Ignorar las espadas a tus espaldas. Ver, tan solo, bloques y más bloques unidos y pintados de blanco ignorancia. Una monotoneidad interesantísima a vista de una mayoría abrumadora que nos rodea. No sé qué le ven. No sé qué les atrae. Supongo que es precisamente lo que a mí me falta: felicidad.
Soy un preso. Preso de mí mismo. De mi inconformismo. Puede que sea un error. Todo depende.

Entonces, R., miró hacia abajo. No se sentía mohíno. Se encontraba, más bien falto de expresión. Blanco. Volvió en sí. Dirigió su mirada hacia adelante y observó cómo las espadas comenzaban a herirle de gravedad, con ataques constantes a la totalidad de su cuerpo; su pulso, sin embargo, no cambiaba ni de intensidad ni de frecuencia. La sangre corría por todo su cuerpo. Cualquier observador de tal acto quedaría atónito no solo por la crueldad de éste, sino por la negación de R. a oponer resistencia. Éste se apoyó en la pared, la cual quedaría bañada de rojo, sonrió y de su boca salió lo siguiente:

- Yo, vivir en un mundo paralelo es lo complicado; lo sencillo es hacerlo en uno para lelos: el nuestro. Tú decides.

R. no murió. De hecho, comenzaría a avanzar y no parecía que fuera a parar nunca. 

domingo, 27 de febrero de 2011

La genialidad de lo eterno

El hombre, ¿qué es?
Después de sentir y razonar
Antes de comer y beber
Follar y amar

El hombre, ¿qué es?
Después de morir y recordar
Antes de de nacer y crecer
Vivir y respirar

¿Qué es lo que hay antes
y permanece después?

¿Qué es lo que le hace
miserable y valiente a la vez?

lunes, 7 de febrero de 2011

Tarjeta de Embarque a . . .

En el medio, divagando entre dos polos opuestos. Día y noche, genialidad e imbecilidad. Dando vueltas sin encontrar la puerta a lo cierto; volviendo a lugares extremadamente fríos en los que se están agotando las posibilidades de involucrarse. Y continúo balanceándome en el medio de la línea, como si la realidad fuese inmune a mis actos, porque parece que las cosas que se descosen a mi paso no tienen la menor importancia en lo cotidiano e inaguantable de cada tarde. No importa en cuál de las dos caras te encuentres, porque la vuelta del medio te hace sentir lo mismo siempre, lo que siento ahora: tristeza, añoranza y frío, mucho frío; joder que frío hace; es inaguantable y seco.

Porque ya ahora echo de menos tus cálidos pies entrelazados bajo las mantas con los míos, o un templado abrazo bajo la mirada fría de la luna entre los edificios, o el calor de la amistad entre tus lágrimas de grandeza. Lo echo de menos, mucho; porque esas son las situaciones que consiguen dar profundidad a mi vida. Porque estáis tan dentro de mí que no puedo evitar esta nostalgia que me empuja a coger un bolígrafo y ponerme a sentir cosas en una tarjeta de embarque. A la salida de un instituto quedó demostrado que podemos separarnos, e incluso dejarnos de hablar, que cuando la situación lo requiera el universo encontrará la forma de volver a juntarnos de nuevo.

Bailo en la línea continuamente, al son de una nostálgica guitarra que enfría mis entrañas y entorpece la realidad, pero que batalla con una cálida voz que me acerca cada día más a la eternidad para recordarme lo magnífico que es que el universo esté en impagable deuda conmigo, porque eso significa que podré seguir bailando al ritmo de mis poderosos sentimientos, que sólo me llevan a un lugar: a la tarjeta de embarque, a ti.

Embarcado en este continuo vaivén, profundo y denso, del que te liberas en la mitad de algo realmente incomprensible. Porque es en esa situación donde coincidimos: compartiendo dos ricas nuevas hamburguesas, enviando una foto de una ensalada, enviando una foto de dos ensaladas, durmiendo una noche juntos en el cielo del país, pagando dos tardes por ver documentales, cocinando cada día juntos, cocinando juntos + una más, cocinando sólo para otros, jugando a las cartas con desconocidos, levantándonos puerta con puerta, o simplemente conversando cada día, cada noche, contigo, con todos, sin importar cómo ni por dónde. Es la magia de poder encontrarnos justo en la mitad del desorden para recordarnos lo maravilloso que en realidad es esto.

Por muchas tarjetas de embarque que rellene con mis palabras, jamás voy a poder lograr expresar mis sentimientos de agradecimiento hacia ti, mi vida, y hacia ustedes, mi mundo. Ha sido un genial fin de semana, y necesario, con tres grandes veladas, una romántica, una entre amigos y otra entre familia. Una hamburguesa tierna y magníficamente acompañada, una sencilla ensalada tan clásica como le-gen-da-ria, y un bistec de ternera difícil de digerir al principio pero con un gran final. Me quedó pendiente una tarde entre chocolate blanco y vainilla que reanudaremos la semana que viene con una tarde de cine.

Porque por muy feas que se pongan las cosas, siempre podremos reencontrarnos en nuestro lugar: el que sea, pero contigo.

La vida es fría por las dos caras, pero estamos nosotros en la mitad para darnos calidez en medio de este continuo vaivén. Los grandes momentos son situaciones vacías que se llenan a reboSar en el momento en el que tú apareces. Te quiero. Os quiero.

PD: . . . aquí.

jueves, 3 de febrero de 2011

Hasta en las tonterías

No había traido antes aquí una simple página web y tampoco es que ésta sea nada muy especial. Es más bien una tontería. De esas que ponen los "amigos" en el facebook. Pero es que me resultó tan cercana y me recordó a tantas otras situaciones semejantes, que pensé que enccajaba. Como dirá Andrés, siempre encuentro la manera de llevar todo a ratificar mis argumentos. Ya. Vale. Pues eso.

EL COMIDISTA -elpais.com-

Como orientación, aqui va un párrafo ilustrativo:
"Como algunas de las cosas que se hacen aquí, por desgracia en España son decepcionantes. Tenemos potencial para hacerlo bien pero al final nos quedamos a medias. Se hacen con prisa y con atajos y, normalmente, con ingredientes de calidad regular. En Francia suelen usar buenas mantequillas, que influyen muchísimo en el sabor final, y son muy cuidadosos con el proceso. Se lo toman en serio"

Resulta familiar, no?