martes, 17 de noviembre de 2009

DERROTA

Derrota, mi derrota, mi soledad y mi aislamiento:
Para mí eres más valiosa que mil triunfos,
Y más dulce para mi corazón que toda la gloria mundanal.

Derrota, mi derrota, mi conocimiento de mi mismo y mi desafío:
Tú me has enseñado que soy joven aún y de pies ligeros, y a no dejarme engañar por laureles vanos.
Y en ti he encontrado la dicha de estar solo.
Y la alegría de ser alejado y despreciado.

Derrota, mi derrota, mi fulgurante espada y mi escudo:
En tus ojos he leído que ser entronizado es ser esclavizado, y que ser comprendido es ser derribado.
Y que ser apresado es llegar a la propia madurez.
Y como un fruto maduro, caer y ser objeto de consumo.

Derrota, mi derrota, mi audaz compañera:
Oirás mis cantos, mis gritos y silencios, y nadie mas que tú me hablará del batir de las alas.
De la impetuosidad de los mares, y de montañas que arden en la noche.
Y sólo tú escalarás mi inclinada y rocosa alma.

Derrota, mi derrota, mi valor indómito inmortal:
Tú y yo reiremos juntos con la tormenta.
Y juntos cavaremos tumbas para todo lo que muere en nosotros.
Y hemos de erguirnos al sol, como una sola voluntad.
Y seremos peligrosos.

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No. No es mío. Desgraciadamente, claro. No lo es.
Es otra entrega de G. KHALIL GIBRAN, que guardaba hace días. Y es para leerlo y releerlo despacito.
No. No pensaba subir nada por ahora, pero ha pasado algo.
He tenido tres fugaces conversaciones con tres de ustedes, muy diferentes las tres. Una de ellas, digamos, transcendental, quizá. Otra de pura normalidad. Y otra de ebullición en plena metamorfosis (¡uos!, toma eso). Y no sé muy bien por qué, he sentido que estaría bien publicar esto ahora.
La verdad, no es que ya no me sienta triste y desubicado, no. Eso sigue igual. Pero... por unos instantes valiosos me he sentido tan satisfecho, tan orgulloso, tan seguro de mi, tan seguro de ustedes, tan dubitativo respecto a mi postura ante a todo esto, tan lejos, tan cerca, tan contento, tan triste, tan... bien, en el fondo...

Y juntos cavaremos tumbas para todo lo que muere en nosotros.
Y hemos de erguirnos al sol, como una sola voluntad.
Y SEREMOS PELIGROSOS.

"Y seremos peligrosos". No sé muy bien por qué, pero me encanta como suena. Tan contundente, tan duro, tan rebosante de seguridad y fe, tan amenazador para los "delimitadores de las primaveras" que tanto nos temen ya, tan convencido, tan... "NOSOTROS"...
...
Y seremos peligrosos.

1 comentario:

Ezequiel H.M. dijo...

Magnífico Antonio ,me ha costado entenderlo todo, solo comprendía por partes, pero valió la pena releerlo. Gracias por compartir dichas palabras.